La imagen de nuestra época
Historia y fotografía. El siglo XX en imágenes.
"Podemos taparnos los oidos durante la tormenta, y los rayos continuarán sonando. O cerrar los ojos ante la crueldad de la guerra, y las bombas seguiran cayendo. O contener la respiración para evitar la pestilencia de los cadáveres descomponiendose, pero seguiremos oliendo a culpabilidad. La ignorancia no nos exculpa". M.P.
"Podemos taparnos los oidos durante la tormenta, y los rayos continuarán sonando. O cerrar los ojos ante la crueldad de la guerra, y las bombas seguiran cayendo. O contener la respiración para evitar la pestilencia de los cadáveres descomponiendose, pero seguiremos oliendo a culpabilidad. La ignorancia no nos exculpa". M.P.
miércoles, 6 de noviembre de 2013
Robert Doisneau, 101 años.
Se celebran cien años del nacimiento del fotógrafo francés Robert Doisneau.
Doisneau aprendió de forma autodidacta, leyendo las cajas de instrucciones de emulsión para revelar. Su carrera como fotógrafo comenzó formalmente a principios de los años 30 cuando trabajó para el artista André Vigneau. Ha trabajado como colaborador para revistas como Vogue o Life.
Se dedico también al Fotoperiodismo, y es mundialmente famoso por sus fotografías callejeras. "Los gestos corrientes, de gente corriente, en situaciones corrientes" solía decir cuando le preguntaban sobre sus fotografías. En ellas retrata magistralmente la vida en los suburbios de París de una manera humorística y sencilla. Muchas de estas fotografías se han convertido en iconos de la vida parisina.
Destaca por encima de todas ellas la conocidísima y emblemática “El Beso enfrente del palacio del ayuntamiento” (1950).
"La fotografía del Beso enfrente del palacio del ayuntamiento" fue premeditada, lo que quiere decir, que se sabe quienes son sus protagonistas (Francois Bonrnet et Jacques Carteaud) y que fueron digamos "contratados" para posar por el mismo Doisneau, a cambio de una copia de la fotografía.
Retrato de Picasso.
París de la posguerra.
"Yo no he visto pasar el tiempo, estaba demasiado ocupado en el espectáculo permanente y gratuito que me ofrecían mis contemporáneos en cuanto se presentaba la ocasión de capturar una imagen al pasar", afirmaba.
Su mirada captaba lo mejor, la ternura, la sonrisa.
Como temía acercarse a la gente, Doisneau renunciaba a los primeros planos. "En mis imágenes procuro encontrar en los personajes un espacio interior por donde corra el aire; es lo que en definitiva le da la vida a una fotografía".
Las calles de París, con todas sus mutaciones, son las protagonistas del trabajo del que fuera un impenitente paseante, armado los primeros años con una Rolleiflex -una cámara legendaria que le permitía a Doisneau esconderse: "La nariz dentro del visor me permitía una actitud respetuosa, casi una genuflexión, algo que convenía a mi timidez"-, con una Leica después. Todo está en las fotografías de Doisneau. La Resistencia, la guerra, la bohemia, la intelectualidad. Fotos de encargo o improvisadas en el estudio-vivienda familiar de Montrouge, pero también fotos sacadas del pulso cotidiano de la ciudad con la paciencia infinita de un buscador de oro.
Escenas de la Francia profunda.
El 25 de septiembre de 1993 tomó su última fotografía. El 1 de abril de 1994 moría en París.
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